El Despertar, en el Ateneo de Madrid
Después de toda la vorágine ferial y festivalera de mayo y junio, durante este mes de julio que ahora acaba, nos hemos dedicado a realizar alguno de nuestros sueños más peregrinos (ya sabéis que pensamos que en esta vida, imposible, no hay casi nada). Queremos que la fantasía divertida y humilde de El Despertar pueda ser consultada y leída de forma gratuita por quien quiera, así que se nos ha ocurrido que esté disponible en alguna de las sedes culturales de la ciudad en la que vivimos, Madrid.
Y qué mejor que empezar esta noble empresa en el Ateneo, apellidado Científico, Literario y Artístico, ¡casi nada! Sobre todo si tenemos en cuenta que ninguno de los dos autores somos socios.
Llevar El Despertar al Ateneo no estaba previsto, pero lo hemos hecho
La verdad que es un lujazo que nuestra novela se encuentre en el catálogo de tal institución, sí un poco apolillada y dejada de la mano de los que la gestionan, pero con un sabor y un peso que se nota ya en el rellano de la escalera que da paso al edificio. Mucha historia se siente allí, en el que para nosotros se ha convertido en un lugar de culto.
Desde aquí os animamos a visitarlo cuando podáis. Está en la calle Prado, id con ojo porque se os puede pasar, ya que es un edificio con una bonita fachada pero de dimensiones modestas. No nos resistimos a poneros alguna foto de todo ello y a agradecer al equipazo que trabaja allí, y que lo mantiene vivo, su trabajo y su interés por una obra como la nuestra.
El Ateneo es un lugar mágico, os lo aseguramos
Hablando de culto, tuvimos la oportunidad de asistir al I Festival Corvus et Draco, organizado por Vuelo de Cuervos y la Cofradía del Dragón (sí, el primero, pero desde aquí vaticinamos que alcanzará la categoría de culto, tiempo al tiempo).
Allí pasamos un rato genial entre autores e ilustradores independientes que se parten el brazo y se devanan los sesos para sacar sus proyectos adelante. Da gusto sentirte arropado por otros como tú, que pasan por los mismos, o similares, escollos y, pese a todo, no se rinden.
Aquí no puedo por menos que recordar el título de aquella película setentera, algo casposa, en la que Jean-Claude Van Damme hacía de ruso chungo: Retroceder nunca, rendirse jamás. Pues eso. Gracias compañeros, contad con nosotros siempre que queráis.